ESTE GRABADO ES LA PROPUESTA DE DICIEMBRE



Sueño de caballo en una noche de verano.


Como cada mañana el caballo era conducido por su dueño al picadero.
Como todas las madrugadas, ensillado y embozado.
Como cada sol, tenía por delante una dura jornada donde aguantar a diez torpes alumnos del curso de iniciación.
Como todos los días, de lunes a domingo, sin excepciones, los inexpertos jinetes le molerían el lomo con su peso y el vientre con sus espuelas. Durante una hora cada uno de ellos se vaciaría de sus frustraciones llenándole de magulladuras que a duras penas sanaban por la noche.
Como siempre daría vueltas y vueltas a una pista circular de quince metros de radio. Apenas cien metros y otros cien metros y otros cien.
Al trote.
Al galope.
Al paso.
De nuevo al trote…
A diferencia de otros días,  hoy sus ojos brillaron con fuerza cuando recordó el sueño que se venía repitiendo en las últimas noches de agosto. Levantó la cabeza, abrió los ojos tanto como permitieron sus párpados, hinchó los ollares, tensó la quijada y comenzó a galopar como nunca lo había hecho antes. Galopaba con tanta fuerza que hizo caer a su jinete en los primeros diez metros y luego solo pensó en galopar.
¡A galopar, a galopar! ¡Hasta que crezcan sus alas!

Félix Rebollo